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¿Es que todas me caen a mi?
Hoy me han vuelto a multar. La Polizei. Otra vez con la bicicleta. Es cierto que ruedo y ruedo por las calles de Múnich, pero… hace meses que dejé de arrancar, por el carril bici, con el semáforo de peatones en rojo; años que ya no escucho música mientras pedaleo; ahora me bajo del biciclo en las zonas peatonales. Aún así esta mañana me han pillado sobre ruedas mirando el correo electrónico en el teléfono móvil. Y zasca! Por poner en riesgo la circulación del barrio –con esto de ir a una mano–. O por listillo. O porque aquí también hay que hacer caja. Veinticinco eurillos, por pronto pago. Más bien euracos. Eurillos son los que salen de las tarjetas black, las que paga Clavijo; si salen de bolsillo propio son eurazos. ¿A qué sí Marcos? Me han cogido de buen humor. Indocumentado como iba me han tenido un rato comprobando datos y me han dado el sermón de rigor, los señores de verde, si bien puedo presumir y presumo que esta vez no ha salido ni una queja de mi boca. Impasible. Consciente de la imprudencia cometida –joder me están domesticando–. A cambio, he estado pensando todo el rato de espera en los cientos de ciclistas con los que me cruzo al día por esta ciudad: en el que habla por el móvil mientras conduce; en el que se salta los semáforos –de peatones– en las calles con poco tráfico; en el que anda por el carril bici en sentido contrario, etcétera. El otro día me crucé a un tipo que andaba en bici y portaba una caja de cerveza ¡todo a la vez! Sin manos, claro. Mi pregunta en ese lapso hasta la entrega del premio era: ¿a todos ellos también les parará tanto la policía como a mi o lo nuestro es especial? Espero que así sea, no soportaría ser un fulano cualquiera. Como si de una premonición se tratara, por cierto, esta mañana, antes de salir de casa, he decidido sabiamente hacerlo sin suprimir mi oscura barba de cuatro días. No hay multa sin pelambrera. No se disfruta igual, si uno no duda al ser sancionado en estos lares de si lo paran por turquillo o no. Pues eso mismo, que lo dudo. En fin, con todo el proceso masticado tranquilamente en mi interior y la falla bien explicada por parte del madero, la multa está en la saca. Tot ben senzill i ben alegre. Otra más para la colección. Avisada estás, nena.