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Diario de mudanza (IV): las instrucciones
El tío Antonio, que aunque más bueno que el pan es un rato cascarrabias –y además sabe mirar blogs como éste, de jubilado-, seguramente me diría: “Si es que eres burro, lo que tienes que hacer es leer siempre las instrucciones antes de darle al botoncito ese de Start”. Y luego añadiría seguramente un “ai, caixporro!”, de regalo. Pero como el tío Antonio no está por aquí para ayudarme i les manies no les curen els metges, ni instrucciones ni leches. Igualmente, a los malos vicios hay que añadirle que una mudanza pone a prueba de fuego los nervios del más pintado y, casi diría lo más importante a día de hoy, el hecho de que en mis instrucciones de uso por lo general no ponga Start sino Anfang complica bastante las cosas. Vamos, que cualquiera se pone con unas instrucciones, seguramente uno de los libros menos apetitosos que conozco, si además el asunto versa en la lengua de Goethe. Menos mal que de reflejos vamos bien, porque de no ser así os prometo que el otro día podríamos haber terminado aterrizando en casa de la nueva y viejecilla vecina. Era el vuelo inaugural de nuestra flamante lavadora y por poco termina en tragedia. Golpetón en la puerta del aseo y temblor en el edificio incluidos, por fortuna la cosa quedó en un pequeño susto y como diría el mismo Antonio Blas: “Un bolet, una lliçó”. ¿Qué cuál fue la lección? 1. Que de los transportistas del Saturn no te tienes que fiar un pelo cuando se hacen los listillos, porqué no son instaladores. Sean turcos, de la Baviera profunda o de cualquier punto de Europistán. 2. Que, aunque no te lo digan los de antes, una lavadora nueva suele llegar a casa con las barras de seguridad puestas para evitar movimientos bruscos en el tambor durante el transporte. Y o se las quitas o cuando la pones en marcha la primera vez aquello puede parecer una bomba durante el centrifugado. 3. Sí, querido tío Antonio, tienes razón: que hay que leerse siempre las instrucciones antes de empezar a usar, se trate de un llavero con linterna, de un mueble del IKEA, un electrodoméstico caro y peligroso como es una lavadora de Gorenje o un abrecartas. Lo dicho, prometo que no lo volveré a hacer, lo de no leerme las instrucciones, por lo menos hasta la próxima mudanza.
Digues la veritat padrí, a tu et venen ganes de llegir-te açò?