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Una Budweiser en Budweis

La complejidad del mundo actual genera paradojas tales como la que supone beberse una cerveza de estilo pilsen sin saber que en realidad Pilsen es el nombre de una ciudad checa en la que, precisamente, a mediados del siglo XIX se popularizó un estilo de cerveza rubia de fermentación baja. Vamos, la caña de toda la vida que resulta que no es de toda la vida. Como la Budweiser, una de las cervezas más conocidas y vendidas del planeta, que nos llega a la vitrina del supermercado vía una multinacional norteamericana.

Etiqueta de la Budweiser americana

Etiqueta de la Budweiser americana

¿Y por qué lo digo? Porque Budweiser no es otra cosa que el gentilicio de Budweis, a su vez la versión alemana de la ciudad checa de České Budějovice. Allí estuve precisamente el otro día tomando una cerveza de litro, en la típica cervecería Masné Krámy, donde sirven la cerveza Budweiser checa, o Budějovický Budvar.

Nos tomamos unas Budweiser

Nos tomamos unas Budweiser

Tanto me agradó la original y, porque no admitirlo, la historia de esta cerveza y su nombre, que me traje a casa una caja. De la checa, claro. El precio acompaña, pues tengo que reconocer que en los supermercados de la República Checa se pueden adquirir por 0,6 €, aproximadamente al cambio, el botellín de medio litro. En cuanto al sabor, no soy ningún especialista consumado en cervezas, pero la Budějovický Budvar/Budweiser Budvar me resultó una cerveza agradable y fácil de beber, sin el regusto excesivamente amargo que dejan algunas de las birras industriales modernas. Léase, Cruzcampo, por ejemplo. Sus cinco grados me parecieron inofensivos, de hecho me acabé el mass sin ver peligrar en ningún momento mis aptitudes físicas. En cuanto a la Budweiser yanki, la que a bote pronto nos parecería la única y verdadera, me resulta una rubia facilona, casi aguada, demasiado ligera y, eso sí, que se deja beber muy bien. Demasiado bien. Siguiendo con la cerveza centroeuropea, en cualquier caso, en nuestra cena la acompañamos de una fantástico plato de pato asado y una brocheta asada típica de Bohemia.

Logo de la Budweiser checa

Logo de la Budweiser checa

Tal ha sido mi sorpresa e interés en toda esta historia que, antes de salir de Chequia, intenté sumarme sin éxito a uno de los tours que organizan a diario por la cervecería Budweiser Budvar. Resulta que la tienen bien abierta hasta el punto que 40.000 personas la visitan al año, si bien la falta de previsión hizo que nosotros nos quedáramos a las puertas. Vimos la tienda, eso sí, y pudimos saber que la disputa comercial entre Budweiser Budvar y Anheuser-Busch Inbev Company, la empresa de Estados Unidos que fabrica la Budweiser americana, se remonta a finales del siglo XIX. Todavía hoy tienen sus más y sus menos ambas marcas, pero no se les ve muy apenados, teniendo en cuenta que no hace mucho han llegado a un acuerdo comercial para la distribución de la cerveza de origen checo en Norteamérica. Increíble pero cierto: es la misma Anheuser-Busch Inbev Company la que se encarga hoy de comercializar la Budweiser Budvar en EEUU y Canadá, aunque rebautizada como Czechvar. Amigos con derecho a roce, solamente.

Nos quedamos a las puertas de la fábrica

Nos quedamos a las puertas de la fábrica

Más paradojas todavía, y anécdotas: resulta que si nos ponemos rigurosos la Budweiser de Budweis tampoco sería la cerveza auténtica con el nombre del pueblo, que sería la 1795 Budějovické Pivo. Malta, en este caso, fabricada por la otra empresa local de nombre Samson. Y poco más: una historia divertida, un buen banquete, una cerveza fresca… y la despensa llena de botellines.

Más información:

Post en el blog Una cerveza al día: Budějovický Budvar Czech Imported Lager