Anuncios de contactos

El señor Mellado había venido desde la mismísima Buenos Aires para conocer Múnich. Parecía tener un noble corazón, y resultó ser una persona muy culta. A sus 40, llevaba casi un mes paseando por Europa su larga melena, siempre refugiado en sus oscuras gafas de sol. Era abogado y soltero, casi solterón. Viajaba solo. En su parada frente a los Alpes, me preguntó por la historia de los Wittelsbach, el devenir de la BMW y, con mucho ahínco, por el antiguo campo de concentración de Dachau. Al respecto, mostró su más hondo pesar y al finalizar nuestra visita incluso quiso desplazarse hasta el lugar, seguramente para honrar a las víctimas del Holocausto. Antes, tomamos juntos un café, allí le dije que en realidad lo mío eran las letras, el periodismo. Probablemente empujado al conocer mi auténtica profesión, el licenciado Mauro Mellado se atrevió a hacerme una última pregunta antes de despedirse para siempre. Fue indiscreta, un patinazo, casi una exhibición de desesperación, una confesión que hubiese preferido no haber escuchado nunca de una persona como la que me había parecido conocer. Me dijo: “A la vuelta de Dachau tendré unas horas libres antes de medianoche, ¿por casualidad no conocerás un lugar especial donde pueda encontrar chicas encantadoras…?”, -añadiendo ante mi posterior gesto de perplejidad,- “… ya sabes, me refiero a algún club especial, con algo bueno de verdad. Cueste lo que cueste”. Casi paralizado, solo pude darle un último consejo de guía turístico antes de nuestra despedida: “Lo siento, pero los periódicos de Baviera hace muchos años que dejaron de publicar anuncios de prostitución”. Literalmente, Mauro Mellado se dirigió a Dachau convertido en un putero, con el rabo entre las piernas. Tras la despedida, caminaba de espaldas, pero no intuí sonrojo alguno. Cosas de la doble moral. Nunca lo volví a ver, así es que no puedo contar como terminó su historia en Múnich, la de aquel hombre que buscaba a su Lola Montez, a cualquier precio.

PD. Bajo el paraguas Anuncios de contactos y relax, los periódicos más respetables de España, también los más decentes y algunos de los más cristianos, llevan años reproduciendo en sus páginas anuncios de prostitución. Son una importante fuente de ingresos y una exhibición de doble moral. En Alemania, por suerte, éste es un sector marginal que solo encuentra cobijo en cabeceras minoritarias. En periódicos de referencia, los anuncios de prostitución son algo impensable.

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