#rutaBayern: Herrenchiemsee, el desconocido
Hace algún tiempo que vengo pensando en darle forma concreta a los posts que publico sobre Baviera en el Quadern. Ni me caben en Muniqueando por formato, ni tampoco tengo la más mínima intención de empezar con un tercer blog, en clave bávara, así es que he decidido crear la etiqueta #rutaBayern bajo la cual espero ir posteando todos aquellos comentarios de viajes sobre Baviera que me salgan al paso.
A diferencia de Muniqueando (bastante más rígido en la forma), me apetece aquí combinar textos completos y posibles reseñas de excursiones con meras opiniones, fotos sueltas y anécdotas de viajes, a mi aire según el día y tan caóticamente planteados como el cuaderno reclama.
En cualquier caso, y pese a que he reordenado todos los escritos anteriores sobre viajes en Baviera bajo el paraguas #rutaBayern, estreno categoría/etiqueta con un texto acerca del palacio de Herrenchiemsee: el tercero en discordia, el pequeño Versalles, el carísimo, el inacabado, el que está en una isla, el último de los grandes palacios proyectados por el rey Luis II de Baviera.
¿Qué eso de Herrenchiemsee? Para empezar esa sería una pregunta lógica, más aún si tenemos en cuenta que se trata del palacio menos conocido, por lo menos fuera de Alemania, de los construidos por Luis II, el mal llamado Rey loco. O, como mínimo y eso es seguro, se trata del menos visitado de sus tres castillos: el mismo Herrenchiemsee, el pequeño Linderhof y el celebérrimo Neuschwanstein. Según publica la Administración de los palacios públicos bávaros en su último informe, 411.000 visitantes pasaron por Herrenchiemsee a lo largo de 2012, por los casi 437.000 de Linderhof y el millón y medio de viajeros que compraron una entrada para Neuschwanstein.
Ya sabemos que los números de visitantes no son comparables con los del Nuevo Cisne de Piedra, pero… ¿y en lo demás? Bajo mi punto de vista y aquí sí que me mojo y no poco, Herrenchiemsee seguramente sea la mansión más bonita de las tres citadas, entendida en toda su dimensión, que empieza tan pronto uno pone el pie en el barco en el puerto de Prien am Chiemsee.
Fuera de contexto histórico como no podía ser de otra manera, el palacio de Herrenchiemsee es un intento de reproducir el de Versalles en el corazón de una pequeña isla de 238 hectáreas en medio del lago Chiem. Iniciado en 1878, el visitante encuentra únicamente el cuerpo central del inmueble previsto, que quedó inacabado y paralizado a la muerte del rey Luis II en la primavera de 1886.
En cualquier caso, ocho años de obras fueron suficientes para invertir el doble de dinero que en la construcción de Neuschwanstein y Linderhof juntos, principalmente dado el uso de materiales nobles que van desde el abundante mármol a la porcelana más sofisticada o el oro. Increíble es el Salón de los Espejos, que incluso supera en metraje al original parisino del que tomó inspiración.
Sobre los jardines, lamentablemente se pudo terminar solamente una pequeña parte de lo proyectado, lo que se resume en un paseo central que segmenta la isla en dos, tanto a espaldas como por delante del palacio. Eso no impide que la pequeña Herreninsel ofrezca al visitante agradables paseos por el bosque, a los que se puede sumar la visita a una antigua abadía de monjes agustinos –incluida en el precio de la entrada a Herrenchiemsee–.
Y si tan bonito es Herrenchiemsee, ¿por qué una mayoría abrumadora prefiere Neuschwanstein?
Hay que reconocer en todo caso que al palacio de Herrenchiemsee lo esconden un lago tan amistoso en verano como áspero en invierno, además de una densísima malla de árboles que reducen considerablemente su notoriedad e impacto visual.
Por el contrario, el más popular castillo de Neuschwanstein, mostrado en su interior con muy poco esmero, tiene un par de puntos fuertes que dejan KO a cualquier competidor que se atreva con las odiosas comparaciones. Quizás los más fuertes son: por un lado, el mito de la inspiración de Walt Disney en este lugar para su posterior diseño; por otro lado, la vista única que nos regala el puente de María. Con esos dos argumentos y una portada en la Lonely Planet basta para que millones de personas se decanten del costado del palacio del cisne. Comprensible.
¿Cómo funciona una excursión de día a Herrenchiemsee?
En fin, tampoco se trata de competir, lo mejor sería que el viajero que se pasa por Baviera tuviese tiempo suficiente para ver todos los palacios de Luis II –no habría que olvidar Linderhof ni su gruta– y muchos otros repartidos por todo el Estado.
Los que tienen la fortuna de dejarse caer por el Chiemsee, pueden disfrutar de otras pequeñas atracciones, ideales tanto para senderistas como para viajeros en familia. A los primeros les recomendaría tratar de recorrer una parte del litoral del lago –ojo, tiene una superficie total de 80 km2– o incluso probar de sumarse a alguna actividad deportiva –desde una ruta en bici de alquiler a un paseo en kayak o un curso de windsurf– ; a los segundos, les diría que empiecen por tomar el simpático tren de vapor que desde 1887 une la estación de trenes de Prien con el muelle del pueblo, del que parten la inmensa mayoría de barcos que se dirigen a Herrenchiemsee.
No debería de faltar en la hoja de ruta de ambos colectivos un paseo, si puede ser a primera o última hora del día mejor, por la minúscula Fraueninsel. Este segundo islote, el de las mujeres, es en realidad el pueblo más pequeño de Baviera con sus 15 hectáreas de terreno y sus 300 habitantes, de los cuales un 10% son monjas benedictinas.
Fantástico el paseo por la isla, la visita a la abadía benedictina cuyo origen data del siglo VIII y no peor la opción de degustar un plato de pescado del lago en uno de sus restaurantes. En cualquier caso, nada es comparable a la opción de pasar la noche en una de las pocas casas de huéspedes de la isla, aunque esta opción que nos permite conocer la verdadera realidad del lugar únicamente está al alcance de unos pocos –los que dispongan de un bien tan preciado como el tiempo–.
En mi caso, la última visita a Herrenchiemsee fue con un grupo de turistas en pleno mes de agosto. A pesar de la tormenta que nos cogió en la cola para el ferry de regreso a Prien am Chiemsee, disfrutamos el día como enanos. Yo el primero.
Más información:
Web oficial de Herrenchiemsee. Incluye un pdf informativo en español con horarios y precios.
Web de Chiemsee Schifffahrt, que gestiona los trayectos en barco en el lago Chiem. Incluye horarios y precios.
Sobre cómo llegar a Prien am Chiemsee, desde Múnich puede accederse fácilmente en tren. Todos los regionales que van de Múnich a Salzburgo paran en la ciudad, con frecuencia de paso cada 60 minutos durante la mayor parte del día. El Bayern Ticket es válido, lo que garantiza precios excelentes –un máximo de 38 euros para grupos de hasta cinco personas–. Por carretera, la autopista de Salzburgo (Autopista 8) pasa a unos metros escasos del lago.
En cuánto a dónde comer, es posible hacerlo tanto en la Fraueninsel, donde la oferta de restaurantes bávaros es de media docena, o bien en la Herreninsel. Hay un único restaurante, con unas vistas excelentes sobre el lago, una comida más que aceptable y unos precios razonables.
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Cuando se habla de Versalles (Versailles) es mejor no calificarlo como “Parisino”, por que no lo es… GRACIAS