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Sobredosis de Múnich: síntomas y tratamiento
Descripción de la patología:
Múnich: esa ciudad sin parangón donde se vive en una burbuja de plena felicidad. Léase sino este texto donde se demuestra científicamente, previo pago de este estudio por parte de las autoridades correspondientes, lo felices que son su habitantes.
Extracto del estudio
Múnich: todo muy verde, muy limpio, muy seguro, muy bonito, mucho sol tanto que rivaliza el lugar con Almería, muy gemütlich, muy lecker… Los oiros y los porsches (de Ferdinand Porsche) los hay a mansalva.
Si tras la lectura de tal parrafada, habitante artificial de la ciudad, todavía no anda muy convencido del asunto, pregunte a un habitante oriundo al azar que encuentre por la calle, preferiblemente con gafas de pasta y montado en un bicicleta sin frenos. Coool!!!
No solo le corroborará la descripción científica de Múnich arriba relatada, sino que las probabilidades de que aquél no se haya enterado de que Eva mordió la manzana son altísimas y seguramente se refiera a su pueblo natal, Mi-un-sssjen, como un klein Paradis. Así, directamente, por vía anal y sin anestesia. Dos posibilidades: o bien aquél no paga el alquiler de su casa (y no sabe lo que aquí cuestan las cosas) o bien trabaja en la be-em-be (y cobra un cojón como para que no le preocupe el asunto). Durante la conversación con el aborigen, obsérvese la posición de la nariz del susodicho, alta, durante la pronunciación del discurso deputamadresco.
Si tras la lectura de esta descripción o bien después de preguntarle al citado nativo usted sigue enojado o infeliz sin motivo aparente, las probabilidades de haber contraído sobredosis de Múnich son altísimas. Siga leyendo.
Síntomas:
Habitante temporal, asimilado, reciénllegado, lea detenidamente los siguientes síntomas de la sobredosis aguda muniquesa (coloq. Esta gente me pone de los nervios).
1. Tras una temporada larga de exposición al elemento, sufre irritación a las primeras de cambio. Ejemplos: le molesta que le repriman por cruzar un semáforo en rojo o por circular en bici en dirección contraria; le irrita que los vecinos de su comunidad le hagan el vacío en el ascensor de su casa (nunca se suben si lo hace usted); no soporta que se le cuelen en el súper usando el método del desmengat (cara de bueno). Tampoco digiere cívicamente otras acciones similares.
2. Padece alergia temporal a los siguientes elementos, dada la monotonía y repetición de sus menús, hasta el punto de provocar arcadas, resacas y dolores fuertes de barriga: gaststätte, gasthof, wirtshaus.
3. En un grado menor, la calidad de los alimentos (o la cantidad de cerveza ingerida por sesión) en algunos biergarten puede provocar síntomas similares a los descritos en el párrafo anterior. Son geniales hasta que dejan de serlo, transcurridas tres sesiones consecutivas en una semana (a litro de cerveza por sentada).
4. Sufre sarpullidos sin explicación, le habla incorrectamente a sus congéneres sin motivo aparente.
5. Aclaramiento acelerado de la piel por ese inigualable sol bávaro (que, a diferencia del almeriense, no siempre luce).
6. En casos extremos, pueden aparecen síntomas extremos como caída de pelo, cabreo permanente o incluso episodios intermitentes de hiperventilación.
*En caso de que a usted los citados síntomas en su forma más extrema no le remitan nunca, o incluso en caso de aparición temprana, se le recomienda la reversión del proceso migratorio completo mediante la aplicación del siguiente tratamiento: pírese para siempre de aquí y no vuelva, usted es inasimilable (lo suyo no tiene arreglo).
Alivio sintomático:
Advertencia! Este medicamento es únicamente psicológico, un placebo que le recomendamos no deje de tomar en caso de aparición reiterada de alguno o la totalidad de los síntomas referidos.
Instrucciones de uso:
Lea detenidamente pues, las instrucciones de uso:
1. Consulte su calendario de días festivos.
2. Señale en rojo el primer festivo que enlace con un fin de semana. En España a esto se le llama puente.
3. Consulte la disponibilidad y precios de alojamiento en un radio de 350 km de distancia de la ciudad. No importa su presupuesto, duración del tratamiento, aplíquelo aunque sea para buscar una noche en un camping en el pueblo de al lado. No obstante, se recomienda al paciente salir de la Alta Baviera o incluso preferentemente traspasar los lindes de la Bundesrepublik Deutschland. Si no se es alemán, dejar de hablar su lengua por unas horas devuelve el tono natural a la piel y suaviza el fruncido de las cejas.
4. Salga pitando a las primeras de cambio. A su llegada a destino vaya a un supermercado no alemán, coma cosas no alemanas, ríase a carcajada suelta por la calle con total tranquilidad, vuelva a sentirse como un guiri, escuche en secreto las conversaciones de otros guiris deutsches con los que se cruce por la calle und so weiter. No tema el atracón, cuanto más cera se de más contento regresará al cabo de unas horas.
*En caso de duda, consulte con su agencia de viajes o bien con un psicólogo si lo suyo es especialmente grave.
El regreso:
A su retorno a Múnich, derrotado y cansado hasta la extenuación, usted volverá a sentirse mucho más alegre y parte decidida de esta magnífica comunidad sin que le irriten durante una buena temporada las kleinichkeiten derivadas de la vida en Bayern. Es decir: Múnich dejará de ser una secta insoportable para usted, un infierno, y se convertirá nuevamente en esa gran ciudad de la pradera y con las montañas al fondo en las que sus habitantes son felices y comen perdices.
Pus eso, de Chequia vengo.
Decálogo del buen muniqués
A medio camino entre el homenaje y la vil réplica, este post no aportará nada nuevo a aquellos expatriados interesados en convertirse en auténticos alemanes. A ellos les recomiendo la lectura de dos escritos anteriores, los míticos Diez cosas que debes saber sobre Alemania, de Rosalía Sánchez, y How to be a german in 20 steps, extracto de un libro para hipsters del mismo nombre. A lo que viene este breve decálogo es a aconsejarte si lo que de verdad pretendes es parecer un muniqués. Entonces, pasa y lee. Para ti, que quieres ser münchner:
1. No des los buenos días, dí Servus. No importa el significado de la palabra o si es una expresión más vieja que Matusalén, ni tampoco que en cualquier otro lugar del planeta estaría considerado un saludo hortera, lo que de verdad cuenta es que en Múnich es lo más de lo más, coooool, y o te subes al carro o te vas a quedar descolgado. Si te cruzas con un señor y su bastón haciendo senderismo por los Alpes, dí Servus; si has venido de Erasmus, dí Servus a tus colegas de melopea los jueves por la noche; si te da por jugar pachangas en el Englischer Garten, despídete con un Servus como la copa de un pino. De lo contrario, nunca serás nadie. En caso de querer aparentar ser un ama de casa, una verdulera o una cajera de supermercado, puedes saludar con un Gruss Gott, que también queda muy creíble –o todo lo contrario, en función del tono de voz–.
2. Olvida el pescado y el marisco. Las gambas, el atún, la merluza, el bacalao y no digamos los percebes o la langosta, ni siquiera unos miserables calamares, mejillones, almejas o berberechos. Estos productos no existen, en realidad son fruto de tu imaginación, el retrato vivo de un tiempo pasado mejor que nunca existió. Como mucho, en Múnich te puedes conformar con pagar quince euros en el súper por una dorada de tanto en tanto o cinco por un paquete de salmón congelado de acuicultura. A los gourmets les queda la opción de comer en la cervecería trucha, carpa o sucedáneos. O bien degustar fritanga en el Nordsee. Por el contrario, lo tuyo han de ser las especialidades cárnicas a base de cerdo, el pan, las patatas y…
3. …la cerveza! El vino es una bebida menor, que se toma a sorbos en copichuelas, una especie de mal necesario muy de vez en cuando más por esnobismo que por convicción. Un muniqués de verdad bebe cerveza. Qué digo, bebe helles o weiss. Se mire por donde se mire, con la cerveza todo son ventajas: es buenísima, sanísima, baratísima, divertidísima… pregúntale a un bávaro, sino. Ya sabes, si persigues integrarte en la manada has de ser buen bebedor de Augustiner, incluso por la calle.
4. Cómprate un traje tradicional, sea cual sea tu condición humana. Un dirndl o un lederhose no pueden faltar en el armario de un muniqués/-a a estas alturas del siglo XXI. Al respecto, si quieres un consejo no seré yo quien te lo niegue: es una inversión imprescindible pero mejor no la exhibas en tu muro de facebook a riesgo de convertirte en la comidilla de tus amigos, los que se quedaron al otro lado de los Pirineos.
5. Hazte fan del FCB, que no es el Barça. Sobre esto, es bueno saber que precisamente el FC Bayern te brindará en reiteradas ocasiones la oportunidad de demostrar en público que eres un auténtico muniqués: si aprovechas los partidos para juntarte con otra gente y beber cerveza, y además lo haces comiendo cerdo vestido con un lederhose y una camiseta de Schweinsteiger, entonces estarás realmente cerca de la meta.
6. Monta en bici. ¿Quién dijo que las bicicletas son para el verano? Llueva, nieve, tengas agujetas, bicicleta de carreras o la rueda floja, ve a trabajar en bici. No olvides que la Polizei te acecha, esto es Múnich!, por lo que harás bien de llevar una luz, que funcione, para la noche y seguir, a rajatabla, las normas de circulación. Aquí alguno dirá que no pasa nada por saltarse algún semáforo en rojo. Quien avisa no es traidor.
Por cierto, un buen muniqués monta en bici pero al llegar a casa le aguarda en el garaje un fantástico automóvil de fabricación alemana. Cuanto más muniqués-muniqués, más llamativo se le supone el coche. Preferiblemente, de renting, leasing o similar y fabricado en las Bayerische Motoren Werke.
7. Báñate en el Isar y haz como si fuera una playa del Caribe. Acabo de darme cuenta de que estoy publicando esto en el mes de enero, así que mejor cambia el baño de refresco por un domingo esquiando en Garmisch-Partenkirchen.
8. Lo tuyo no son las manifestaciones ni las protestas. Si eres de tocar las narices, como mucho se te permite protestar por el precio de la vivienda, que se está poniendo por las nubes. Nada de porros ni altermundismo. O por lo menos que no se te note en público.
9. ¿Te sientes seguro? Al fin y al cabo los muniqueses son alemanes y ya se sabe que la cabra tira al monte. Estos dos últimos puntos dan fe de ello. Como a un buen alemán, a un buen muniqués no le falta seguro médico, de pensiones, de automóvil, de viaje, de asistencia en carretera… Mi preferido es el seguro de responsabilidad civil o Haftpflichtversicherung. ¿A qué es una palabra bonita? Con él, se supone que si descarrila un tranvía por tu culpa no tendrás que pagarle la rehabilitación a los 200 heridos, Gott sei Dank! Por mi parte aún disto mucho de ser un auténtico muniqués, sigo arrastrando esto en la columna de Tareas pendientes.
10. La guinda del pastel (y aquí me remito a cualquier decálogo sobre el buen germano). Solamente cuando estés realmente asentado en Múnich conseguirás este difícil objetivo. No importa si tus gafas son de pasta o no, si vistes con zapatos horrendos o si prefieres los pantalones cagados, en tu vestidor no puede faltar una chaqueta de la marca del lobo. Ese día y no otro, cuando pases por caja y compres una auténtica Jack Wolfskin fabricada en el sudeste asiático, entonces podrás presumir de subir Alpes bávaros arriba como los ángeles… y tocar el cielo como un auténtico muniqués.