Cambio coche por bicicleta, por traslado a Múnich
Una altra de costumisme, el segon post per a Una española en Múnich:
Cambio coche por bicicleta, por traslado a Múnich
“¿Que has vendido el coche y te has comprado una bicicleta? A ti te falta un tornillo”. Es lo que me dijo uno de mis mejores y más sinceros amigos el día que le conté lo que había hecho. “Dudo que en Múnich necesite el coche”, repliqué.
Venía a ciegas, si acaso con algunas pistas conseguidas por la vía de la literatura o de Internet, pero no por ello lo tuve menos claro. Así es que llegué con mi bicicleta a lomos.
La misma bici que me había regalado Mariola –fue un regalo recíproco- bastantes años atrás y que durante tanto y tanto tiempo sirvió únicamente para acumular polvo, el principal trasto de nuestro trastero.
No, nunca la monté en mi pueblo. Quizá algunos domingos soleados durante los primeros meses. Si alguno de vosotros conoce Alcoy sabrá que los desniveles no ayudan a andar en bicicleta. Cierto, como en tantos otros lugares de España. La plaga de coches tampoco contribuye y la falta de un transporte público eficiente –al menos para los que venimos de ninguna parte- menos…
¿Y Múnich? era toda una incógnita para mi, conocer de antemano hasta qué punto iba a exprimir mi bicicleta. Para colmo, pronto llegó el invierno y el frío. En esas pocas semanas en que el termómetro bajó hasta los 20 grados bajo cero, el pasado enero, llegué a pensar que lo de cambiar el coche por la bici era una quimera, un error de cálculo. Reconozco que la densa malla de metro, trenes, tranvías y autobuses que cubre la ciudad me sirvió de consuelo temporal.
Entonces, no hace mucho y cuando estuve a punto de caer en el desánimo, la primavera asomó una mañana por mi ventana con un sol debajo del brazo. Y salieron los ciclistas como los champiñones, a montones. Desde aquel día, cuando se marchó la nieve, los he visto circular de todos los colores: más jóvenes y menos; luciendo diseño o biciclos oxidados; más rápidos y más lentos; señoras y señores; ricos y menos ricos –esto último lo digo convencido de que en España podríamos contar con los dedos de las manos a los acaudalados que prefieren moverse sobre dos ruedas a hacerlo montados en un enorme todoterreno-… aquí casi todos aprovechan las facilidades que da Múnich al ciclista y la escasísima probabilidad de ser objeto de un atropello o, menos aún, de un robo.
Dispuesto como había venido a mi nuevo hogar, no iba a ser menos. Desde el día en que llegó el sol, el que se fue la nieve, soy uno más de esos que cruzan la ciudad a diario a pedales. Para nada añoro ya mi C2, y no me arrepiento de haberlo cambiado por lo que fue una bicicleta polvorienta.
También es cierto que me ayuda el fervor del momento: os escribo estas líneas tomando el sol del sábado, recostado en un rinconcito del Englischer Garten… adonde hemos venido a parar con nuestras bicicletas!
Hola Jordi, te he descubierto a través de “Española en Munich” y tengo que decirte que me encanta tu estilo, da gusto leerte! Bienvenido a Munich (aunque yo sólo llevo unos meses más que tú, desde agosto de 2011).
Gracias!… ¿y te gusta la ciudad? Yo de momento, a gusto. Por cierto, te dejo el enlace a mi blog sobre Múnich por si te interesa: http://muniqueando.com/ (es una guía más bien para viajeros pero igual…). Estamos en contacto por aquí!
Ya he visto tu guía, muy “currada”, me servirá de mucho seguro! Yo estoy feliz aquí, si no fuera por el idioma y porque siempre echas de menos a los tuyos, seria perfecto! Yo también empecé un blog al poco de llegar, más que nada para tener a la familia y amigos al tanto de nuestras andanzas. Es decir, es personal, pero si quieres pasarte, eres bienvenido! http://Www.mamiyaesdedia.blogspot.com. Un abrazo!
Yo también he visto tu blog… y las fotos son una pasada! Me pongo a seguirte y no descarto “suplicarte” que me dejes alguna foto para Muniqueando en el futuro… Estamos en contacto
Cuenta con ello Jordi! (no hace falta que supliques, jajaja!) Un abrazo y Frohe Ostern, como dicen por aquí…!